Marina Alfonso «La Coronada»
Dicen que hubo una noble mirobrigense tan bella que un rey, a su paso por Ciudad Rodrigo, quedó prendado de ella e intentó deshonrarla.
Mateo Hernández Vegas nos lo cuenta:
“Marina Alfonso, noble dama mirobrigense, era un prodigio de hermosura y un dechado de castidad. Lo primero fue causa, y lo segundo no fue obstáculo de atraer las miradas, excitar la admiración y despertar la insensata pasión de un rey, a la sazón hospedado en Ciudad Rodrigo. Como aquellos reyes no solían ser muy castos ni muy cautos, verla y comenzar la empresa de derrocar su virtud con todos los medios de convencimiento, seducción y violencia, de que un rey podía disponer, fue todo a un tiempo.
La empresa, sin embargo, era más difícil de lo que él mismo había creído.
La virtuosa dama, con la fuerza de sus arraigadas creencias, con la altivez de su heredada nobleza y con la indignación de la propia dignidad ofendida, rechaza de plano todos los halagos, todas las ofertas, todas la amenazas del regio enamorado. Pero tampoco éste cede. No está acostumbrado a tanta resistencia, y cree ya interesada la dignidad real en salir airoso de la desigual contienda; insiste, ruega, amenaza de nuevo con crueles venganzas, no solamente contra la heroica dama, sino contra toda su casa y familias; y, en último término, jura que empleará la fuerza, toda la fuerza de un rey poderoso, contra la cual toda resistencia es inútil.
La lucha no podía prolongarse: Si Marina Alfonso había de conservar su virtud, preciso era de recurrir a un remedio heroico, que pusiera fin a la ya insostenible batalla. Así lo pensó, y así lo hace. Aparenta ceder, muéstrase menos esquiva, y hasta fija la hora de una entrevista, que ha de verificarse en su propia casa. Este era el momento elegido para el sacrificio. La ilustre mirobrigense manda preparar una olla de aceite hirviendo, y al acercarse la hora de la regia visita, la arroja sobre su inocente cuerpo, diciendo: ¡No quiera Dios que por ti caiga en tan vil y torpe pecado!
Cuando el rey, pocos momentos después penetró en la estancia, en lugar de una hermosa dama halló un cuerpo horriblemente desfigurado, cubierto de asquerosas llagas y retorciéndose en las últimas convulsiones de la agonía. Ante aquel espectáculo, el monarca quedó avergonzado y confuso, retirándose al punto lleno de temor y remordimientos.
La noble señora murió mártir del deber y víctima de la desatentada persecución de un rey, que así pagaba el franco y obsequioso hospedaje de sus pueblos. Marina Alfonso fue enterrada en la Catedral en suntuoso sepulcro, con su imagen de bulto, y sobre la cabeza una corona real, que el mismo rey mandó se le pusiera para eterno recuerdo de acción tan memorable. Por esta circunstancia, en la historia y en la tradición locales, la noble Marina Alfonso es conocida con el sobrenombre de la Coronada”.
Actualmente la sepultura con la imagen de bulto no existe, debido a una remodelación que sufrió la catedral de Ciudad Rodrigo. Hoy en día podemos ver una inscripción, grabada en el s. XVII, que dice literalmente:
AQUI YAZE LA NO
BLE MARINA ALFSO
Q COMUNME LLAMA
LA CORONADA FA
LLECIO ERA DE 1Z53
Si nos fijamos en la fecha aparece una Z, según Hernández Vegas “algunos dicen que se hizo así para que no se viniera en conocimiento del rey culpable” pero este escritor nos dice que se ignoraba la fecha, y por esa razón se puso esa Z, y que la fecha real fue en 1380 aproximadamente y el rey don Juan I.


